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UN GATO EN EL BALCÓN

AGUA

 

 

    Hace ya un tiempo que en este blog se intenta, al escribir sobre temas candentes de los problemas de la sociedad, ofrecer, después de una critica, alternativas a ellos.

    Pienso que destruir o, mejor, deconstruir sin posibilidad de reconstrucción es de necios.

 

    Puntualmente, en mi otro blog, más literario y menos estudioso, introduzco opiniones sobre los problemas que atañen a la sociedad, pero sin profundizar demasiado en sus orígenes y posibles soluciones.

    En este blog me cuesta mucho hablar sobre la problemática económica ya que apenas existen márgenes para su solución.

    La economía creo que siempre se ha basado en la lógica de la cuenta de la vieja: tanto ganas, tanto gastas. Dicha cuenta se puede más o menos globalizar, hacer que un sector que gana menos gaste más a costa de otro más productivo.

 

    Hoy vemos como el problema más acuciante de nuestra pequeña sociedad es el de la solidaridad de una comunidad a otra, y su ejemplo es el agua.

    Una comunidad está a punto de padecer sed, se supone, a causa de una serie continua de años muy secos. Y otras comunidades, azuzadas por terceros cuyos intereses políticos pasan por resquebrajar el buen entendimiento, se niegan a entregar su agua sobrante.

    Los barceloneses han demostrado que son capaces de ahorrar consumiendo 100 litros por habitante y día sin necesidad de reducir la presión ni el tiempo. El consumo más pequeño de toda Europa.

    ¿Quién será el listo que diga a esos ciudadanos que deberán padecer restricciones de agua potable cuando a pocos kilómetros se echa al mar?

    ¿Los regantes de Tarragona? ¿Los de Aragón?

    El agua que piden no es para seguir construyendo urbanizaciones en terrenos secos como pedían valencianos y murcianos, sino para beber.

    Los regantes de Tarragona olvidan que son financiados solidariamente por el superávit de los ciudadanos de la gran urbe, de los cinco millones de ciudadanos del área barcelonesa. Tal vez ahora es el momento de utilizar la cuenta de la vieja, retirar esos fondos y que cada uno gaste por lo que produce; eso en cuanto a los que se destinan a fomentar el equilibrio territorial, otra cosa son los que van a parar a las arcas del estado como fondo de solidaridad interestatal. Va siendo hora que los catalanes sepan a quienes van dirigidos esos fondos; si son para los que después les niegan el agua para ducharse, cocinar o lavar la ropa.

 

    Nadie reconoce que Barcelona y Valencia pasan sed por el cambio climático. Todos sabían que el calentamiento del planeta incidiría más gravemente en esta parte de la cuenca mediterránea. Las tempestades que antes se formaban en el golfo de León están desapareciendo paulatinamente. Ahora, en las cuencas de los ríos Ter, Llobregat, Júcar y Segura solo llegan los restos de las borrascas atlánticas y, muy puntualmente, alguna que otra mediterránea, más en el litoral que en las montañas. Es natural que Barcelona y Valencia pasen sed -Valencia ya tiene su trasvase- y para su subsistencia deberán depender de grandes trasvases de las otras cuencas o de las desaladoras.

    Está demostrado que los trasvases son contraproducentes y pasan factura a la naturaleza y a la comunidad emisora. Entonces solo quedan las desaladoras con sus problemas medioambientales: miles de toneladas de sal que para devolver al mar, su medio natural, debería hacerse en grandes buques repartiéndola más allá de la plataforma continental, allí donde el atún, el tiburón, la ballena, el delfín, la tortuga, etc. son los reyes... un desastre.

 

    Las cuencas deberían servir para autoabastecer sus propias comunidades. Solo puntualmente, como el caso actual, una cuenca debería ayudar a otra salir de un mal trance; y para ello nada mejor que conectarlas con tuberías de corto recorrido. La del Segre, de tan solo cuatro kilómetros, era una buena solución y podría servir tanto de ida como de vuelta dependiendo la necesidad. Pero claro, cuatro kilómetros de tubería no son ciento cincuenta; cuestan poco y los contratistas no pueden repartir tantas comisiones. Ahora veremos a CIU negociar su aprobación mercadeando las suyas con el agua. También cabe la posibilidad de transportarla en barco. Cuesta ciento veinte millones, sesenta menos que la tubería; pero con las navieras no hay acuerdos de comisiones, no tienen los contactos, y los gobiernos no suelen utilizarlas.

 

    Ahora, la crisis del agua ha servido para descubrir, una vez más, –la primera vez fue con motivo de las olimpiadas- el civismo de la sociedad barcelonesa, el gran ahorro conseguido, y para aprovechar la gran cantidad de agua freática que hay en su subsuelo; aprovechamiento que debería extenderse por todo el Baix Llobregat y el Maresme, comarca rica en aguas profundas. Si se hiciera de manera intensiva, seguramente se podría abandonar parcialmente el abastecimiento del Ter y recuperar ecológicamente su cuenca. Eso sería lo natural junto al freno de la expansión humana en las cuencas del Llobregat y del Besos.

 

    El problema de los tubos es que una vez instalados nadie se olvida de su existencia, y es más fácil echar mano de ellos que buscar soluciones en caso de crisis. Pero hay tres plantas desaladoras en construcción, una de ellas se inaugurará dentro de seis meses.

    Entonces... ¿qué necesidad hay del tubo? Ninguna. Solo encrespar los ánimos y gastar ciento ochenta millones.

 

    El calentamiento global es un hecho contrastado científicamente. No tiene vuelta de hoja y su regresión es imparable, por lo menos en más de cien años; en todo caso lo máximo que hoy podemos aspirar es frenar su progresión. En cincuenta años, muchos de nuestros hijos y nietos, los que viven en la cuenca mediterránea, deberán emigrar o pasar sed, de eso no hay duda. Dentro de doscientos años, en caso de que encontremos en veinte una solución, sus descendientes podrán volver a ella. El problema es que dentro de veinte el mundo tendrá otros problemas en los que pensar, sobre todo el nuestro: enfermedades desconocidas y carestía salvaje de los alimentos, falta de materias primas y guerras por su posesión. Lo que ahora ya vemos que sucede lejos de nuestras fronteras.

 

    Demasiado tiempo de dogmatismo e hipocresía, de despilfarro y buena mala vida, de ceguera y negación de la realidad.

    Cuando se construye un puente, nadie discute el estudio de resistencias al ingeniero; tampoco la prescripción de un médico basada en analíticas y radiografías. Pero hemos discutido y polemizado sobre los dictámenes del 90% de los ambientalistas, biólogos y meteorólogos del mundo sostenidos por experimentos en la Antártida, Groenlandia y la estratosfera.

    Dentro de mil años nos considerarán unos estúpidos, eso si queda alguien para contarlo.

 

 

DINERO NEGRO

 

 

    Escucho una interesante tertulia en la que se habla del problema del dinero negro en España. Se estima que el 25% del que circula en nuestro país tiene este color tan opaco. Una barbaridad difícil de entender, el promedio más grande de la UE.

    Uno habla de negocios ilícitos, otros de las PIMES, los autónomos, los profesionales liberales como médicos y dentistas, etc.

    Me hace gracia eso de “negocios ilícitos”, como si todos ellos no lo fueran; pero el que los nombra así supongo que se refiere a los de la droga y al contrabando, que a efectos económicos viene a ser lo mismo. Seguiremos su juego y a uno lo llamaremos legal o ilegal, y al otro lícito o ilícito.

    España es el que más dinero negro genera y el que más droga consume. Es natural.

Si en nuestro país se consumiera tanta droga como en cualquier otro país de la UE, el flujo de dinero negro sería parecido. Y si se legalizara como en Holanda, su flujo sería muy parecido a ella.

 

    Lo que más me llama la atención es que algunos tertulianos consideran que el problema es inherente a la pequeña empresa o a las profesiones liberales. Uno de ellos, no sé si por desconocimiento o mala fe, dice que a la gran empresa, por su idiosincrasia, le es imposible crear o negociar con dinero negro.

    Es irrisorio pensar que el 25% de la economía nacional la mueve la pequeña empresa sin contar con el obligado porcentaje de dinero oficial. Como si todos los médicos, dentistas, peluqueros, restaurantes, y pequeños industriales del país facturaran solo en negro. Esto es imposible, los gastos fijos y sus sueldos no lo permiten.

    Prácticamente todas las empresas españolas disponen de una doble caja y contabilidad, desde las más grandes a las más pequeñas. Muchas de ellas, las más grandes, tienen multitud de empresas satélites mucho más pequeñas y manejables que les sirven como creadoras de dinero blanco o negro, según la necesidad del momento. Empresas que sirven como abastecedoras de material, mano de obra o manufactureras de lo que comercian; de esta manera la gran empresa, madre necesaria de las demás, puede trabajar con las manos limpias.

    En los puertos y aeropuertos europeos entran diariamente toneladas... miles de contenedores con materias primas y manufacturadas de los países emergentes. Las facturas de dicho comercio están muchas veces amañadas, con un valor sensiblemente inferior al real. Desde alimentos, piensos, ganado, tejido, prendas manufacturadas, chatarra, etc.

    Solamente hay un tipo de artículos que está fuertemente vigilado: el de las nuevas tecnologías utilizadas para reproducir o almacenar bienes intangibles, como la música o el cine. Pero eso merece un tema aparte.

    Las empresas, sean pequeñas, medianas o grandes, para el pago en dinero negro utilizan paraísos fiscales. Andorra, Gibraltar o las islas Caimán son algunos ejemplos; el primero más cuidadoso que los demás con su proveniencia. Todos los grandes banqueros españoles poseen oficinas en ellos, desde Andorra hasta las Caimán. Se da el caso que en Andorra incluso está representada la Caixa, regentada como todo el mundo sabe por la misma Generalitat.

 

    Antes hablaba de los negocios ilícitos como fuente generadora de dinero negro, esos son los que comercian con drogas, armas, etc. La droga, aparentemente, escapa a todo lo controlable, su comercio e industria son absolutamente ilícitos, por tanto están fuera de control estatal; -en otro momento y tema veremos como eso no es así- pero el comercio e industria armamentista está controlado por el Estado, además, para su elaboración se precisan grandes empresas, muchas de ellas controladas económicamente por los estados. Entonces... ¿cómo es posible su comercio fraudulento?

    Y es que si alguien cree que las FARC, los milicianos que tan alegremente consumen munición disparando al aire, los tamiles; o el mismo Sudán, Irán, Liberia... los talibanes que tienen en jaque a la mismísima OTAN, etc. reciben facturas con membrete de las armas que adquieren, es que es tonto.

    Hoy puede comprarse en París un barco rematriculado en Panamá, construido en Noruega, robado frente Malasia y pintado y rebautizado en la India. Sencillo no es, pero de rentable un montón. Y lo que es seguro es que la factura, de haberla, ha sido emitida por una empresa ficticia.

 

    Los estados europeos han diseñado un sistema recaudatorio para las pequeñas empresas basado en módulos. El comerciante se aviene a pagar una cantidad fija que representa la diferencia entre el IVA cobrado a su clientela y el IVA pagado a sus proveedores. Con dicho sistema se ahorra hacer cálculos y no tiene que arriesgarse a controles e inspecciones, con solo unas pocas facturas tiene bastante para cubrir el expediente. Entonces, cuando adquiere nuevos productos, intenta hacerlo sin IVA, el beneficio es demasiado apetitoso o la diferencia de precio del producto hace que sea más competitivo. El industrial, ante la alternativa de dejar de vender, acepta las condiciones. En ese momento se está creando dinero negro. La empresa, frente la crisis del comercio y, más, pensando en la que se avecina, teme perder el cliente y piensa que ya buscará un procedimiento para solucionar el desequilibrio contable.

    Los estados europeos gravan al empresario sobre sus beneficios. Lo hacen a partir de los resultados sobre el beneficio de la empresa, lo vuelven a hacer a las personas físicas que reciben los beneficios: socios, etc. y sobre el sueldo que el empresario cotiza de su propia empresa.

    Hay empresas que por sus características les es imposible generar dinero negro y, por tanto, escapar al exceso impositivo. El empresario intenta cargar sobre la empresa todos los gastos personales que le permite los resquicios la ley, o crear un sistema generativo de dinero negro más estable y tranquilo.

    Hasta ahora hemos conocido el empresario que necesita generar dinero legal para equilibrar sus cuentas, –demostrar que la empresa da el justo rendimiento- y el empresario que necesita generar dinero ilegal para escapar del exceso impositivo.

    La solución más sencilla es que las dos se pongan en contacto, la primera emita a la segunda una facturación ficticia y la segunda pague tan solo el IVA. La primera ha convertido dinero negro en blanco, y la segunda lo contrario.

 

    El dinero generado por los llamados negocios ilícitos es mucho más grande y tiene el inconveniente que todo él es negro. No existe estructura empresarial posible, no puede generar facturas ni negociar su administración; por tanto, el sujeto generador de este tipo de dinero se encuentra con grandes cantidades de líquido sin poder situarlo ni gastarlo. Su cantidad es enorme, miles de millones... solo queda una solución: crear empresas que generen grandes cantidades de beneficios, empresas de crecimiento fácil y que comercien con un producto de difícil control.

    Una empresa de confección de prendas para el vestir es buena para eso. Puede generar grandes cantidades de beneficio sin que nadie sepa como, beneficio ficticio que sirve para blanquear enormes sumas de dinero.

    El sistema para blanquear dinero del narcotráfico es sencillo: a partir de una pequeña empresa se montan unas cuantas tiendas. Los medios se encargan de ensalzar la visión del empresario, su extraña pericia en ganar dinero en unos tiempos en que el ramo está hundiéndose. Se buscan pequeños empresarios que por falta de negocio o por descalabro del ramo, se avienen a facturar grandes cantidades de producto sin necesidad de fabricarlo, eso hace que la entrada de producto se hinche de manera gigantesca. Si hay producto, hay venta; la diferencia es la plusvalía. Un beneficio inexistente que ha costado relativamente poco dinero: el IVA del producto ficticio más una pequeña comisión.

    El segundo sistema, apto para esconder los grandes beneficios de la industria armamentística, puede basarse en la fabricación masiva de muebles. Una pequeña fábrica situada en los países productores de madera, grandes abastecedores de producto situados en la Rusia europea y siberiana, de claro estilo mafioso y difícil control, que facturan ficticiamente grandes cantidades de madera manufacturada y sin manufacturar. También coincide con un crecimiento espectacular, con seguimiento ensalzador por parte de los medios, en un ramo en clara decadencia y abaratamiento, con instalación de grandes tiendas a golpe de talonario... Los mismos sistemas y procedimientos...

 

    Y los estados... ¿qué hacen mientras?

    Pues mirar para otro lado. Ya les está bien, eso si sus dirigentes no son aún más cómplices por activa. Los estados necesitan cuadrar sus números y blanquear el dinero es un buen sistema. Un dinero que ha escapado a su control, vuelve limpio y convertido en legal.

 

EL CENTRO

 

 

    Cuando se habla de derecha, izquierda y centro se olvida de la situación real que existe, de la realidad.

    Somos una sociedad gobernada por un régimen de derechas, con una economía y un sistema social claramente derechistas. Lo que llamamos socialismo es un partido con ideología y manera de gobernar de derechas sin ambages, sin desviarse un ápice del sistema.

    El proyecto del mal llamado socialismo europeo se basa en el libre comercio y la economía desregularizada y, por ende, ultraliberal.

    En Europa el Estado pierde paulatinamente poder y la economía se privatiza de manera imparable. Los gobiernos socialistas europeos, exceptuando el español, que merece una mención aparte, tienden a mantener a trancas y barrancas el control de ciertos sectores de la industria y los servicios, como sucede en Italia, Francia o Alemania; en cuanto a la derecha todo lo contrario, su tendencia es privatizar más o menos rápidamente la economía de sus países.

    Lo privatizado ya no vuelve a manos estatales por muy mal que funcione, se demuestre la inoperancia de la medida, como es el caso de los ferrocarriles del Reino Unido, o el gobierno pase a manos de los socialistas. Solo unos pocos medios y algún político sin futuro se atreven a plantear la recuperación estatal de dichas empresas. En cambio, si la empresa industrial o de servicios es estatal y no funciona, pronto surgen voces que, amparándose en la libre competencia, falsa por demás como se ha comprobado en todos los casos, promueven como solución milagrosa la privatización, eso sí, vendiéndola a precio de saldo a las correspondientes corporaciones.

    No olvidemos las voces que no cejan en demandar la privatización de la sanidad, la enseñanza, los ferrocarriles, las autovías, etc

    En Catalunya se ha demostrado con creces la inoperancia y onerosidad que representa la enseñanza privada, su falta de trasparencia económica y educativa, su empecinamiento en reservarse el derecho a escoger el alumnado según su religión o etnia, la cantidad de caudales que se le inyecta para recoger unos pobres resultados a costa de empobrecer la enseñanza pública. También lo vemos con la sanidad cuando se promueve la construcción de hospitales privados antes que públicos, gracias a un IVA reducido, exenciones de impuestos o regalos de terrenos. La privatización de servicios paralelos como las ambulancias, o la limpieza de los mismos hospitales, algo peligroso y delicado porque también entra dentro de su cometido la de los quirófanos; la alimentación de los enfermos aunque estén a dieta especial, etc. Con respecto a las ambulancias y su privatización se han vivido situaciones paranoicas: dos ambulancias peleándose por un mismo servicio, mientras que otro, más complejo y alejado, era abandonado sin disimulo esperando que lo hiciera otra o que la familia del enfermo, harta de esperar, cogiera un taxi.

 

    En Catalunya siempre se habla del PP como una fuerza ultraderechista sin más. Probablemente lo sea, ocurre que en el resto de España no se percibe como tal sino como centro.

    El problema del socialismo español es que habiendo perdido solo una parte, muy pequeña por demás, de su derechismo, no ha sabido emitir un mensaje de centro. Para el catalán medio y de derechas, que a fin de cuentas es quien ha forzado la derrota de su ideología, no es que el PP sea de ultraderecha sino que agrede al país, se supone que inconscientemente. Su ideología, más totalitaria de lo normal, no permite desviaciones especiales, variaciones de políticas educativas o lingüísticas, diferentes maneras de enfocar los problemas sociales, etc. También existe el complejo y consideración de que Catalunya es tierra hostil y que debe ser sojuzgada para el bien de la comunidad. De aquí que considere razonable obligar a su ciudadanía, aun contra su voluntad, aceptar lo que considera bueno para ella y negarle lo mismo que acepta en el resto de la Nación. –léase su apoyo al Estatuto de Andalucía y su rechazo al de Catalunya, absolutamente idénticos con la peregrina excusa que la primera es fiel y la segunda dudosa. En suma, ciudadanos de primera y de segunda.

    El día que el PP pierda este complejo y asuma que en España pueden y deben cohabitar diferentes sensibilidades y maneras de enfrentar los problemas, el catalanito medio y de derechas, este que cree que el centro anda por ahí, abandonará el nacionalismo catalanista, no del todo, pero sí lo suficiente como para decantar la balanza.

    Ahora que los partidos hacen tantas cábalas sobre el trasvase de votos de un lugar a otro, deberían pensar en una curiosa coincidencia: cada vez que el PP baja CIU sube y viceversa, y cada vez que el PSC baja ERC sube y viceversa. Por tanto, debemos creer que el voto republicano y tan nacionalista como parece, tiende, cuando en su partido no se aclaran, a votar a la izquierda españolista; y lo mismo pasa al de CIU con el PP. Y en estas elecciones no es que CIU haya hecho demasiados méritos para agenciarse del voto de la derecha, lo que ha ocurrido es que el PP ha hecho todo lo posible para espantarlo, agrediendo sin tregua el sentimiento de ser o sentirse catalán, que es muy distinto al de ser catalanista o nacionalista.

 

    Los gobiernos, por muy distintos que sean, no pueden cambiar la política económica y social de un país, solo pueden desviarla ligeramente, con cuidado. Los giros bruscos perjudican la economía o son impracticables por falta de medios. Un gobierno no puede construir durante una legislatura el doble de aulas de las que encontró, no hay suficientes maestros ni mobiliario, como tampoco los administradores preparados para dirigirlos; igual como hospitales, líneas férreas, puertos o carreteras. Ya no es tan solo un problema de presupuesto sino también de disponibilidad y organización. Tampoco un gobierno de derechas puede desmontar la enseñanza y sanidad públicas en una legislatura, ni siquiera en varias. Lo que si puede hacer es perjudicarlas lo suficiente para que se desprestigien por sí mismas, como pasó en Catalunya después de 25 años de gobierno de derecha ultraliberal, y, curiosamente, como lo que intenta ahora el muy “progresista y socialista” Tripartit.

    Ya vimos lo que sucedió en el Reino Unido, un país muy preparado y con una geografía agradable, al privatizar el ferrocarril y muchos servicios públicos en solo un par de legislaturas: el descalabro de todo el sistema, una cadena de accidentes con gran mortandad y la pérdida de la famosa puntualidad británica.

 

    Los políticos, con su propaganda insinuadora, la que mejor funciona, han conseguido hacer creer al ciudadano que su opción es el que ocupa el centro. Siempre se habla de lo mismo: el centro, como si este fuera una panacea, el punto de equilibrio, la equidistancia entre dos tendencias radicalmente opuestas.

    El centro no existe, o, en todo caso, es el mismo ciudadano el que está en él.

    ¿Qué es el centro?

    Para nosotros es una derecha ultraliberal, claramente privatizadora, defensora de las grandes corporaciones y la banca, con políticas que ayudan a buscar nuevos lugares donde dichas corporaciones puedan depositar o invertir sus grandes beneficios... la pescadilla que se muerde la cola: privatizar la empresa estatal para conseguir un lugar donde invertir, desregularizar y desgravar el gran beneficio para que la gran corporación disponga de muchos recursos y cree riqueza y trabajo... y volver a empezar la cadena. Igual que con las grandes superficies comerciales: recalificar grandes áreas después de ser adquiridas por las grandes empresas, y urbanizarlas con los caudales de todos para que estas puedan invertir los excedentes de beneficios y después hacer la competencia a los pequeños empresarios gracias a leyes comerciales hechas a su medida.

    ¿Es éste el centro?

    Depende de donde se viva y la tendencia que tenga el territorio y su ciudadanía.

    Es evidente que en Portugal, Alemania, Italia y Holanda. por poner algunos ejemplos, el centro no es el mismo.

 

 

CRISIS FINANCIERA

 

 

    Siguiendo por curiosidad el recorrido y la explicación de la actual crisis económica, cuyo comienzo creo que fue a principios del 2007 y su previsible final nadie conoce.

 

    Ya hace mucho, más allá del 2007, que los responsables de la economía mundial debieron o deberían haberse percatado de la crisis de materias primas. Es de suponer que la necesidad de contentar al electorado, el temor político de anunciar la falta de recursos del planeta para mantener a toda la población, junto al crecimiento económico de algunos territorios a causa de la globalización, han conseguido que la crisis estallara sin previo aviso.

    Los chinos, sin tantos perjuicios electorales, con una población emergente y suficientemente culta, con una clase empresarial hecha a sí misma que empuja sin pausa, son los que están más preparados; para ellos, que parten de la nada, cualquier avance es significativo, aunque tengan que flirtear con la falta de materias primas o alimentos. Ya están acostumbrados a eso y nada de lo que se espera es peor a lo vivido.

    Mientras los occidentales negociaban el mantenimiento de su estatus, los chinos, sin hacer demasiado ruido ya se habían apoderado de la minería de muchos países, como también habían contratado la adquisición de grandes cantidades de alimentos para un futuro nada lejano.

    Chinos, rusos e indios adquieren con dinero occidental, primero con muchos dólares y pocos euros, y ahora mitad y mitad, todo lo que encuentran para una sociedad consumista cada vez más parecida a la nuestra. El dólar baja, hay demasiados en el mercado y en Norteamérica ya no queda nada de interés que comprar. Los economistas y financieros occidentales dan explicaciones rocambolescas sobre eso, y no siempre sino cuando pueden; explicaciones que ya no convencen a nadie, porque en el fondo todos sabemos que sucede la historia de siempre, la que pervive en caso de apuro: la eterna cuenta de la vieja.

    Mientras, el gigante se alarma: la China se está armando de manera inteligente y masiva con tecnología propia o adquirida en Japón, Europa y los EEUU. Los norteamericanos saben que para recuperar las fuentes de materias primas solo les queda la fuerza bruta, y si en esto también pierden la iniciativa están perdidos; han de darse prisa y sus generales son reacios, saben que el país, por grande que parezca, ya no puede ni está por la labor.

 

    Los grandes dirigentes financieros intentan no darle importancia a la actual crisis. Durante años han estado cerrando los ojos a la previsible caída de los precios inmobiliarios, debido, sobre todo, a la imposibilidad de más endeudamiento de las familias; un problema, el inmobiliario, por primera vez global. Las entidades financieras de dudosa solvencia no tienen posibilidad de devolución de los créditos recibidos por la gran banca, tampoco pueden recibir el pago de los créditos emitidos a familias sin solvencia ni interés en pagar, ya que ésas deben cantidades superiores a sus bienes embargables. La caída de precios y los intereses abusivos han hecho que les sea más rentable dejar de pagar y buscar otro lugar donde caerse muertos. La inflación producida por el encarecimiento de las materias primas, también ha conseguido que las familias no dispongan de recursos para pagar la hipoteca.

    Demasiados financieros mediocres pululando en influyentes despachos, aupados por el poder gracias a predicciones y políticas diseñadas a su gusto. Es más agradable tener como consejero o director financiero a un hombre que promete beneficios, o sigue la política del heredero de un imperio económico, que un economista que llama la atención sobre el peligro del beneficio rápido e inconsistente.

    Los grandes economistas y financieros ya murieron o se retiraron, ahora el mando de sus empresas está en manos de sus hijos o discípulos, hombres mediocres y torpes, pero con chofer, guardaespaldas y amante, encerrados en sus fincas y aislados del mundo, que no saben hacer la O con un canuto y que se rodean de listos que les cuentan lo que quieren oír: el mundo va mejor que nunca, la crisis es un señuelo, un enfriamiento pasajero, periódico y asumible.

    La inmediatez del beneficio: las subprimes y su entramado financiero, los bancos de nombres extraños y desconocidos por muchos,  propiedad de los consejeros de la gran banca, prestatarios de hipotecas de dudoso cobro con intereses de usura, asegurados por monolines propiedad de los mismos consejeros con compañías subsidiarias; adquirientes de negocios a la baja que, una vez reflotados, su valor es manipulado para su entrada en la bolsa con mucho beneficio, sin contar que ésta puede caer por causas no calculadas por semejantes cerebros. Operaciones, todas ellas, de alto riesgo e interés, financiadas por gigantescos créditos de bajo interés extendidos por la gran banca con la que tienen intereses directos.

    El descalabro es seguro. Los bancos centrales ya no pueden regular, les está vedado por la política de los regímenes neoliberales en aras del crecimiento y la libertad de beneficios; tampoco pueden ir en su ayuda, los montantes son tan grandes que escapan a sus recursos, y los presupuestos de los Estados modernos no dan para tanto. La continua desregulación económica, los compromisos presupuestarios, las sucesivas privatizaciones... no dejan margen de maniobra. Lo máximo que pueden aspirar es regatear con la sociedad escatimándole fondos para inyectarlos a la gran banca, con la pretensión de retrasar lo más y mejor posible el descalabro y esperar el milagro.

    Los grandes financieros cierran los ojos, no saben ni quieren saber lo que ocurre, prefieren creerse sus rocambolescas pero en el fondo sencillas explicaciones: es la coyuntura, (eso no saben ni lo que significa) dicen; es pasajero, dicen; el crecimiento está asegurado, eso es un incidente sin importancia, dicen; el mismo mercado lo solucionará y pondrá las cosas en su sitio, dicen... Y es cierto que las pondrá, puesto que todo era un globo que se ha deshinchado y no hay liquidez en el mundo para recuperarlo. La ficción no tiene continuidad. La gran pirámide ha tocado techo.

 

    El liberalismo a ultranza, el financiero que busca el beneficio grande y rápido, y que existe gracias a la desregulación, a la falta de control sobre los excesivos beneficios y el camino utilizado para llegar a ellos, es enemigo del papá Estado, el que todo controla y regula, que grava en proporción aritmética los beneficios obtenidos y vigila los métodos de su obtención.

    El financiero argumenta que el control y gravamen proporcional frenan la creación de riqueza, el desarrollo. Pero cuando se derrumba por sus mismos actos y errores, por el excesivo riesgo necesario para conseguir dichos beneficios, o porque la pirámide económica eventualmente ha tocado techo, llama a la puerta del papá Estado exigiendo por el bien común, para evitar el colapso de la sociedad fondos gigantescos, la liquidez perdida.

    El Estado nacionaliza las pérdidas, asume los errores e imbecilidades de los nuevos banqueros, consejeros y trepas; sanea las cuentas y, pasado un tiempo, vuelve a privatizar los pequeños bancos volviéndolos a dejar en manos de la gran banca y sus consejeros.

    La solución pasaría, primero por volver a regular a la banca y sus beneficios, después por crear entidades financieras estatales para apropiarse de los bancos que, por su mal funcionamiento, provocan el descalabro, saneándolos a costa del capital y hacienda de sus propietarios y consejeros, y de sus prestatarios; y todo gracias a los impuestos por ellos recibidos.

 

    El banquero debería saber que, tal como embarga y se apropia de las rentas de sus morosos, también será tratado de la misma manera en caso de no poder asumir sus responsabilidades.

 

 

DEBATES E INQUIETUDES CIUDADANAS

DEBATES  E  INQUIETUDES  CIUDADANAS

 

 

    Hace días que busco con más morbosidad que interés lo que escriben, dicen o ladran los políticos españoles, sobre todo los catalanes, para saber y entender qué problemas atenazan al político español, el que pretende salir elegido, que son a fin de cuentas los que abruman al españolito medio.

 

    De todos es conocido -hablo del ciudadano europeo, que no del africano semieurepeizado- que uno de los problemas más nombrados en los debates, el que inquieta al elector de los países más avanzados, es la educación. Incluso en las últimas elecciones francesas, las más barriobajeras que se recuerdan en el país vecino, ése fue uno de los temas más debatidos.

    La educación es, con mucho, el futuro de un país, lo que marcará su bienestar, su competitividad frente al resto del mundo y el respeto que se le tendrá.

    Pues bien, en educación España está en la cola de la OCDE y por debajo de países en vías de desarrollo.

    Mientras en Europa el gasto educativo a aumentado, en España ha disminuido, sobre todo en lo que se refiere al público. El número de estudiantes españoles que no consiguen terminar la enseñanza obligatoria es el doble que la media europea. La calidad de aprendizaje del alumnado español está en los últimos lugares de los países avanzados, como también de muchos en vías de desarrollo, entre ellos la China. España es el país de Europa donde menos se valoran los estudios en cuanto al salario a percibir...

    Visito las diferentes páginas de los principales partidos en liza buscando, inocente de mí, sus programas políticos. El del PSOE no lo he encontrado, el del PP es como si lo hubiese escrito la niña de Rajoy, y el de CIU, el más inteligente de los tres, solo dice que hay que comprar más ordenadores sin profundizar ni plantear soluciones concretas.

    Lo paradójico de dicho partido es que durante su mandato se dedicó a invertir lo menos posible en la pública, a ayudar a la religiosa todo lo que pudo sin pedir cuentas y... cómo no, a disminuir la cantidad de profesores en relación al alumnado.

    Mientras, el PP acusa del descalabro educativo a la inmersión lingüística, como si los tontos en España fueran una exclusividad de Catalunya y su idioma. No recuerda que durante su mandato el gasto educativo no paró de bajar año tras año, pasando del 5.5% en 1995 al 4.9% el 2000, cuando en Europa no paraba de subir con una media del 5.9%.

    Y leo que, después de que en tan solo veinticuatro horas hayan muerto cuatro mujeres en manos de sus compañeros, los partidos políticos andan a la greña para ver cual de ellos promete más leyes para solucionar el problema; lo cual no deja de ser paradójico ya que en esta materia, curiosamente y sin que sirva de referencia, somos uno de los países con menos tasa de violencia de género. Y eso no significa que no sea grave, que no se deba luchar contra ella; pero es que han dispuesto de muchos años para encontrar soluciones sin que la situación haya mejorado sustancialmente.

    Sale por la tele una mujer amenazada y previamente violentada con un escolta dispuesto por el juez. Y pienso si el juez no ha caído en la cuenta que sería más barato para el Estado y menos traumático para la víctima meter al energúmeno en la cárcel hasta que una comisión de psiquiatras le den el alta. Pero supongo que en un país donde  la inteligencia y preparación de sus jueces dista mucho de llegar a la de sus políticos, que vista la situación tampoco es que sean unos lumbreras, poco puede esperarse de ellos y de su criterio.

 

    Y sigo escribiendo después hablar con Amara sobre la gran diferencia entre el debate de dos besugos, promovido por no sé cuántos inteligentes periodistas y el de TV3 entre cinco candidatos por Barcelona: Ridao de ERC, Nadal del PP, Duran de CIU, Chacón del PSC y Herrera de ICV.

    Me cuenta mi compañera que el debate fue completamente diferente al nacional, que, exceptuando a Nadal, el debate fue inteligente, ameno y muy interesante. Se debatieron problemas políticos de gran calado demostrándose que la bipolaridad es lo peor de una democracia.

    Aquí, tanto la izquierda como la derecha tienen competencia, y eso hace que deban esmerarse y afinar su discurso, como también el cuidado de no mentir, ya que de hacerlo, otro partido de su entorno los denuncia llevándose a sus electores.

    ¿Y qué sucede con Nadal?

    Pues que está, como su partido y un tercio del país, contra todo lo que demuestre cohesión, paz y serenidad; y eso la sitúa fuera del juego democrático adulto.

    Y pregunto a Amara si en algún momento se habló de la educación, el problema más acuciante que hoy tiene el país, el que más sueño debería quitar a los políticos que pretenden gobernarnos.

    Se concentra ante la pregunta... hace un esfuerzo de memoria...

    - Sí, Duran dijo que se deberían volver a respetar los valores tradicionales, sin explicar a que valores se refería; y Nadal que la inmersión lingüística era contraria a la libertad de enseñanza-

    - ¿Nada más?-

    - Nada más-

    Y así es. La principal preocupación de los españoles, sean catalanes, castellanos, etc. no es la educación; por tanto ni puñetera falta hace debatir sobre ella. Eso se deja para los ignorantes y remilgados europeos, que aun no se han dado cuenta que aunque la policía diga que los inmigrantes delinquen mucho menos que los nativos, eso no es cierto y producen inseguridad con la pinta de moros que tienen. Y es que un magrebí con camisa y corbata, una cartera con euros y bien afeitado no necesita un curso de adaptación; en cambio un albañil en paro la necesita con urgencia.

    Eso sí, hablaron de la vivienda, pero no del mobbing a los inmigrantes y ancianos, cuyas propuestas parlamentarias para remediarlo han sido mediatizadas por el PSC y rechazadas por el PP y CIU, vete a saber el por qué.

    ¡Ah! Si. Ya recuerdo. Fueron rechazadas en aras a la libertad de los caseros, la misma que niegan a los inquilinos violentados.

 

    Y hoy, antes de editar este tema, leo las declaraciones de Gabriel Elorriaga en el Financial Times.

    Bueno... ¿Y qué? No es que fuera un misterio.

    La estrategia de los dos grandes partidos españoles siempre ha sido la misma: conseguir la abstención del elector frágil y desmotivado por el partido que defiende su ideología, que siempre ha sido el camino más fácil del opositor para conseguir el poder. Es el producto de la bipolaridad, el mismo que en Estados Unidos.

    El PSOE ahora se escandaliza porque no necesita utilizar tal estratagema, ya que el PP ha destruido por sí solo la confianza de su electorado moderado.

    El PP, según Elorriaga, tiene un electorado disciplinado que lo votará pase lo que pase; y es cierto, pero solo en parte. Hay un electorado, erróneamente considerado centrista, que es ahuyentado por todo radicalismo. Al PP solo puede salvarlo la falta de orgullo y decencia ciudadana de dicho electorado, el típico oportunismo del cínico. Mientras, al PSOE puede perderlo su electorado exigente, el que lo encumbra al votarlo, o hace que se desvanezca al castigarlo con su abstención.

 

 

KOSOVO Y ESPAÑA

 

    Para los europeos, sobre todo los nórdicos, más acostumbrados a las lides democráticas, Kosovo es independiente. Para los españoles, más acostumbrados a perder la memoria, sobre todo si es histórica y no del “corazón”, los kosovares no tienen derecho a la independencia por ser ilegal.

    Nadie sabe lo que significa la legalidad en esos asuntos. Es de suponer que el ministro Moratinos conoce algo que los demás mortales ignoramos. Moratinos considera que eso de separarse por la cara, sin consultar a la ONU ni a la UE no es legal. Parece ser que para el gobierno español, la voluntad de un noventa por ciento de la población de un país no es legal, en cambio lo que opinen sobre el tema los embajadores en la ONU chino y congoleño, por poner un ejemplo, sí.

    Igual que en Bosnia con Felipe, pero aquella vez el gobierno español rozó la complicidad en el genocidio, ya que hacía la vista gorda ante las atrocidades de los serbios, mientras impedía a cualquier precio el reparto de armas defensivas entre los bosnios y negaba la legitimidad de su parlamento.

    Hoy existe un gobierno y un Estado bosnio reconocidos por el español. Y a los bosnios, el recuerdo que les queda de aquellos años es el apoyo ciudadano y la solidaridad de algunas ciudades españolas.

    Mientras técnicos del ayuntamiento de Barcelona intentaban instalar depuradoras de agua en Sarajevo, el ejército serbio bombardeaba las instalaciones para impedirlo y Felipe González presionaba al resto de la UE para frenar su apoyo al parlamento bosnio elegido por un noventa por ciento de los sufragios.

 

    La Europa que ha rechazado el derecho a la autodeterminación de Kosovo ha sido la rusa y la española.

    De Rusia solo conocemos su afición en invadir, destruir y masacrar países como Chechenia en aras de salvaguardar su solidez nacional. En Rusia los chechenos están considerados ciudadanos de segunda, y para los nacionalistas son semihumanos. En algunas ciudades del norte de Rusia, los ciudadanos de etnia caucásica han abandonado sus casas y comercios para volver a su tierra “voluntariamente” a fin de evitar su linchamiento... pero siguen siendo rusos por decreto.

    De España no se conocen sus aficiones a no ser la de impedir a toda costa que un pueblo tenga el derecho a decidir por sí mismo.

    El Estado español considera que la masacre de pueblos enteros, semienterrados los cadáveres de sus ciudadanos en los aledaños de sus poblaciones, la limpieza étnica y expulsión de los habitantes de una confesión religiosa y un idioma determinado, y la voluntad independentista del noventa por ciento de la población no son motivo suficiente para la autodeterminación. Según él, para ella se necesita el beneplácito del gobierno opresor y genocida o, en caso extremo, la autorización del consejo de seguridad de la ONU.

    Dudo que los españoles tengan las mismas inquietudes que su gobierno cobarde y cínico, pero sí son, en su mayoría, frágiles y de poco espíritu por aceptarlo.

    El Estado español no debería preocuparse tanto ya que, en el más que improbable caso, más de un setenta y cinco por ciento de los catalanes y vascos decidan, aun más improbable, ponerse de acuerdo para decidir su independencia, aunque se ponga de rodillas y cante un millón de avemarías, que los obispos dicten homilías, o el payaso de turno envíe tanques y aviones a masacrar, reprimir o intentar una limpieza étnica, -cosa harto difícil, que ni con el ADN se podría discernir quien es quien- catalanes y vascos se convertirían en independientes por muy ilegal que sea según Moratinos.

 

    Veamos cual es el problema.

    ¿Ustedes se imaginan una población desesperada, aunada por la ansiedad de ser independiente, decidida a sufrir la persecución, el genocidio y la limpieza étnica para conseguirlo?

    Pues eso es lo que ha sucedido en Kosovo. Y para que una población llegue a este punto las cosas no son como Moratinos y el gobierno español dicen que son, ni se solucionan tan miserablemente.

    ¿Ustedes se imaginan a catalanes y vascos en esa tesitura?

    Pues parece ser que el Estado español la teme.

 

GASTO FARMACÉUTICO

 

 

 

    Periódicamente en nuestra nación se llama la atención sobre la enorme cantidad de dinero que representa el gasto farmacéutico.

    La gente habla sobre el dinero que mueve la droga, el tráfico de animales exóticos, la prostitución, etc. pero de ese gasto apenas se habla, solo las autoridades sanitarias muy de vez en cuando cuando miran la factura.

    España dedica el 1’27% de su PIB en el gasto farmacéutico mientras la media europea es del 0.94%.

    A medida que los sucesivos gobiernos encuentran sistemas de ahorro, las empresas farmacéuticas consiguen nuevos trucos para que se gaste más.

    Cada vez que la autoridad sanitaria intenta recortar o discutir el precio de los medicamentos y los beneficios de las farmacéuticas, esas se escudan en los altos costes de la investigación para encontrar nuevos y mejores fármacos.

    La mayoría de los nuevos fármacos, las moléculas que los componen son pequeñísimas modificaciones de las anteriores sin que por ello mejoren. Y, también, la mayoría de las farmacéuticas utilizan patentes ya caducadas o de precio barato; solo unas pocas se dedican seriamente a la investigación, pero entonces tan solo utilizan el 10% de su presupuesto, mientras que para el marketing utilizan del 30 al 40% del mismo.

    Las empresas farmacéuticas que investigan tienen un promedio del 17% de beneficios netos sobre su facturación, cuando las empresas de su ranking no pasan del 3%.

    En Norteamérica, centro mundial de la industria farmacéutica, en cinco años se han desarrollado 415 nuevos medicamentos de los cuales 133 estaban formados por nuevas moléculas y tan solo 58 eran nuevos agentes terapéuticos.

    Desde el momento que una industria como la farmacéutica gasta un 10% en investigación y el 30 o 40% en marketing, el riesgo que engañe, cambie el etiquetado, el excipiente y formato o, en el peor de los casos, invente un procedimiento para crear nuevas enfermedades imaginarias y su posterior medicación, es altísimo.

     Y ustedes se preguntarán cómo es posible que compare el gasto farmacéutico con el de la prostitución, el de la droga, etc. Pues porque el gasto que produce y los beneficios que acarrea son parecidos, con la agravante que los anteriores no son necesarios para la supervivencia. Y no por ser un negocio legal deja de ser inmoral.

    Las empresas, con miles de millones en gasto comercial, crean unas estúpidas enfermedades imaginarias, inútiles y sin que ocasionen grandes problemas para la supervivencia del ciudadano. Curiosamente a los pocos días de una fuerte publicidad sanitaria, del descubrimiento mediático de una nueva enfermedad, salen a la luz unos cuantos fármacos que milagrosamente nos sanan de ellas.

    Son enfermedades que solo atacan a los ciudadanos del mundo industrial, los del tercer mundo, tal vez porque no llegan a viejos, tal vez por ser demasiado pobres... y la información de los medios no les llega, no son presas de ellas.

    Hace poco un tipejo de mente plana me comentaba que posiblemente en Cuba no existía el colesterol porque los cubanos se morían de hambre. Me dio la risa floja, claro. El problema es que son muchos los que piensan lo mismo.

     El esfuerzo de las empresas no es en innovación de su producto sino en marketing, y éste solo funciona en el primer mundo.

    Las grandes innovaciones farmacológicas se producen gracias a fondos públicos que se inyectan a las empresas; campañas de sensibilización ciudadana y recaudación de fondos a favor de la lucha contra determinadas enfermedades, que repercuten en más beneficios para la industria farmacéutica.

 

    La solución pasaría por crear empresas mixtas o cooperativas con fondos del Estado recaudados a base de impuestos especiales sobre un determinado exceso de beneficio de las grandes empresas. Las empresas deberían crearse en combinación con las universidades y licenciados salidos de ellas después de un concurso o sistema de puntuación basado en el historial de sus estudios y una prospección de sus facultades emprendedoras.

    Eso haría que las empresas cuidaran mejor sus presupuestos y se dedicaran a lo que saben hacer: genéricos baratos, dejando a las empresas mixtas el desarrollo y producción de fármacos innovadores.

 

 

 

POR QUÉ VOTARÉ

 

 

Trascripción literal del artículo que Maragall publicó en ADN:

 

 

- POR QUÉ VOTARÉ -

 

    Creo que en el debate político que se está llevando a cabo en Catalunya nos equivocamos en los temas y en las formas.

    Acaba cansando oír cómo Madrid y Barcelona se pelean por las infraestructuras sin iniciarlas y ver cómo convergentes y socialistas discuten sobre si la Alta Velocidad ha de pasar por la Sagrada Familia; si se tiene que hacer o no la estación diseñada por Frank Gehry en la Sagrera; o si se tiene que desdoblar el Eix Transversal y la carretera de la costa pasado Palafrugell; si la línea de muy alta tensión (MAT) se tiene que hacer o no; o si el Museo de Artes Decorativas se debe de instalar o no al lado de la Torre Agbar. Sé perfectamente que tomar decisiones es difícil, pero en los años 80 y 90 se tomaron. Se invirtieron 290.000 millones de las antiguas pesetas, y no hace demasiado tiempo se han terminado de pagar. A lo mejor sería conveniente endeudarnos un poco y así evitar la depresiva psicosis económica que vivimos.

    La política, qué duda cabe, es importante, aunque hace falta un giro en su financiación, la estructura de los partidos y la elección de los candidatos.

    Pero hablemos de las elecciones del 9 de marzo. En estas elecciones se deciden el Parlamento y el Gobierno español. Yo votaré al partido que pueda aprovechar mejor el Parlamento español para progresar en objetivos como la libertad de Catalunya para definir su estatus en España o el derecho a decidir qué queremos ser en Europa y en qué queremos que Europa tenga competencia, en concreto moneda, ejército y símbolos (himno y bandera).

    Sería fantástico que los gobiernos y los ayuntamientos tuvieran claras algunas cosas:

-que sin una economía fuerte, empresas punteras y universidades de calidad no haremos nada;

-que las comunicaciones son decisivas: la alta velocidad en el Ebro, el aeropuerto de Lleida, Reus - Tarragona, Barcelona, Girona y en el Pirineo hacia Touluse, Lyon y Marsella;

-que Catalunya, un país de relieve accidentado, pronunciadas pendientes y rincones escondidos, tiene que tener, a pesar de todo, las infraestructuras a la altura de las de Castilla, Valencia o el Midi francés;

-que, dicho todo eso, que afecta a los debates más consumidores de prensa, radio y televisión, la educación y la salud son lo más importante;

-que el medio ambiente es una cuestión prioritaria, aunque no se puede convertir en una religión alternativa;

-que en política, la proximidad es mejor que la distancia -lo que se pueda hacer en el barrio no se debe hacer en la ciudad, y lo que se pueda hacer en la ciudad que no lo haga la nación.

    Otro asunto es que, sin el reconocimiento de las áreas metropolitanas, el país pierde un equipo de primera categoría en la competición internacional. Como en la Copa de Europa de fútbol, en la Europa política y económica la competición se establece entre ciudades casi más que entre naciones.

    En el año 1986 Margaret Thatcher suprimió el área metropolitana de Londres impulsada por Ken Livingstone, y Jordi Pujol aprovecho para suprimir la de Barcelona, que curiosamente habían creado Albert Serratosa y Xavier Subíes, gente mas bien afín a él. Todo valía para parar los pies a los rivales socialistas de Barcelona.

    Cuando Blair ganó las elecciones, lo primero que hizo fue restaurar el "Gran Londres". Yo participé en su campaña electoral en esta línea, con Norman Foster, Richard Rogers y otros. Y el Greater London Council, como he dicho, se restituyó. En cambio, aquí no lo conseguimos y Catalunya se quedó sin force de frappe en la competencia con Madrid y otras naciones europeas.

    Ya en la Generalitat, tampoco pudimos hacer gran cosa, en un mandato en el que ERC no quiso saber nada del tema ni ICV-EUiA y CiU tampoco.

    ¿Y el PSC? El PSC es un partido favorable a las diputaciones provinciales que el nacionalismo siempre había denostado. Hace poco lo comenté en otro artículo: la tradición política catalana no es provincialista, pero ahora incluso los defensores de les vegueries d'Esquerra, si los hacen presidentes de una diputación, alucinan.

    Creo que las diputaciones tienen competencias exorbitantes en beneficio de un sistema de partidos poco transparente, siendo generoso.

    Dicho esto, y sabiendo de mi interés por la evolución de la política americana y mi debilidad por los partidos demócratas, tanto el americano como el italiano, comprenderán que confíe en la rápida emergencia de nuevas fórmulas para poder votarlas el 9 de Marzo.

    Ciutadans pel Canvi no quieren integrarse del todo en el PSC, como parecía y prefieren limitarse a ser un centro de debate, cosa que está muy bien pero no llena el vacío político actual. Dommage...

    Pero, frente al escepticismo dominante, sigo pensando que la política sirve para algo.

    Quedan dos opciones.

    La primera seria un partido europeo parecido al Partido Demócrata americano y al italiano. Eso es lo que comencé a proponer volviendo de Italia en el 1998. Entonces inscribí en el registro el Partit Català d'Europa. Hoy, dia 31, decidiré con mis amigos si se presenta.

    La segunda alternativa seria votar un partido que se manifieste en positivo sobre todas estas reflexiones.

    Pero sobretodo, y a pesar de todo, no dejen de ir a votar.”

 

 

    Por descontado, si su partido se presenta en las próximas elecciones ya sé a quien votaré.

    Ciutadans per el canvi es un partido, que no plataforma, desde el momento que se presenta como alternativa en unas elecciones. Su problema radica en su falta de ideología política. Cuando debe votar en un u otro sentido ante cualquier problema o proyecto legislativo, no sabe que camino tomar, no profundiza en él por falta de inteligencia y personalidad. Todo su programa se basa en la destrucción de la inmersión lingüista, nada más. No le importa si la gente tiene trabajo, la relación con el mundo musulmán y oriental, la vivienda de alquiler, etc. Todo eso a ellos se les escapa, no tienen alternativas porque no las buscan ni son conocedores del problema a no ser por lo que dicen los medios.

 

    ¿Y Zapatero?

    Zapatero ha prometido cinco mil millones para mejorar las Cercanías de Madrid, mientras cuatro líneas de las Cercanías barcelonesas paraban por una avería en el sistema eléctrico y ningunea los setecientos que se necesitan para ponerlas al día. Pero no hay que desesperar, ya que en el remoto caso que cumpla las promesas a los madrileños, con las sobras que allí tiren seguro que aquí se saca provecho.

    Cientos de familias aun esperan los “papeles”, recuerdos, fotografías, y tarjetas identitarias de sus antepasados, retenidos en Salamanca.

    La gente aun recuerda su viaje y lamento, su promesa de soluciones, de traspaso e inversión.

    Las Cercanías catalanas no recibirán ninguna inversión a no ser para chapucear el desaguisado, y los madrileños nunca verán las suyas mejoradas; y los papeles de Salamanca, que no se han devuelto en esta legislatura como estaba prometido, tampoco lo harán en la próxima.

    Y yo votaré a Maragall, aunque sea un nacionalista contrario a la independencia, porque, como él, pienso que la independencia no tiene contenido.