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UN GATO EN EL BALCÓN

LA TERCERA GUERRA

 

    Bush habla de la tercera guerra mundial.

    ¿Se le habrá ido la olla?

    Cuando este hombre habla de geoestrategia política todo es posible, tanto que se haya ido de la lengua como que sea un último y desesperado mensaje.

 

    Irán y Siria son la excusa. Irak ha sido un fiasco económico de proporciones gigantescas, en la que el gigante está empantanado y sin posibilidad de éxito, a no ser que amplíe el campo de batalla hasta unos límites que ni él conoce.

 

    Bush no habla como presidente de los EEUU, ni Clinton ni él lo han hecho nunca, sino como portavoz de las grandes corporaciones energéticas.

    Rusia, en plena recuperación tecnológica, económica y diplomática, está empujando a dichas corporaciones fuera de los lugares conquistados en los comienzos de la guerra de Afganistán.

    Mientras los europeos discuten si Rusia forma o no parte de Europa, adquieren su gas y petróleo, negocian acuerdos tecnológicos de gran envergadura y crean sociedades mixtas para la extracción y conducción de la energía; la misma que las grandes corporaciones norteamericanas pretendían vender a China e India, o, en otro caso, embarcarla a los EEUU a través de Afganistán y Pakistán.

    Rusia vuelve a ser la que decide en el Cáucaso, sus reservas ya no atravesarán Georgia para ir al Oriente próximo y ser embarcadas en el mar Rojo. También ha desplazado a la diplomacia norteamericana de las repúblicas asiáticas pertenecientes a la antigua URSS. El ejército norteamericano instalado como avanzadilla en ellas, y bajo la excusa de la guerra de Afganistán, ya solo está por la excusa; la ingente suma de dinero invertida no ha servido para nada, las bases militares, aisladas y separadas de sus centros sólo sirven para vigilar y controlar el norte de Afganistán, no para defender unos gaseoductos y campos de extracción en manos de Rusia. Ahora las corporaciones sólo pagan, ya no cobran, y la factura es inmensa.

    La guerra de Irak, si el resto de las fichas del gran dominó no caen, no ha servido para nada, solo para gastar una ingente suma de dinero y para que su prestigio se derrumbe definitivamente.

    Irán puede ser el nuevo campo de batalla entre las dos potencias, el gigante decreciente, y el durmiente que empieza a despertar de una pesadilla.

    Japón vende su tecnología, India su química, China busca un nuevo gran cliente y ellos tienen toda la energía que necesita. Europa y Rusia pueden ser un buen negocio para ellos, y más ahora que empieza a ser una necesidad diversificar. El dólar vale poco y todo parece indicar que aun valdrá menos, es fácil de falsificar y su emisor no puede fabricar más sin arriesgarse a romper la baraja. El americano medio no puede consumir tanto como antes ya que las importaciones se han puesto por las nubes, y el yuen cada día se pondrá más caro.

 

    Irán es intocable, Rusia necesita el camino de sus gaseoductos expeditos, y tanto ellos como China tienen buenos negocios con ellos, sobre todo con su petróleo. China cuenta con él, lo necesita como sea y no puede prescindir de su consumo.

 

    ¿Y las corporaciones?

    Esas no conciben el decrecimiento, necesitan nuevos mercados y más materia prima, si no crecen mueren, no saben hacer otra cosa. La economía del gigante padece de un hambre patológica.

    Las corporaciones, tanto la militar como la energética necesitan una guerra, y esta vez muy grande. Hay demasiado territorio, demasiado poblado y rico, y demasiado competido. La necesitan y, además, ganarla sin otro fiasco, lo contrario sería la ruina de todo su sistema.

    Pero las corporaciones saben que los EEUU no están preparados, que ya no les quedan socios para ello y que solo dos guerritas meramente económicas han puesto en jaque al reclutamiento de soldados en su propio país. No hay suficientes hombres en su ejército y empiezan a haber deserciones. Necesitan mercenarios como el antiguo imperio, como Roma antes de caer, países enteros; los europeos no aceptan serlo, sus necesidades están en el otro bando, el Reino Unido no está ya para tanta guerra. Los países mercenarios salen muy caros, hay que entrenarlos, armarlos con la última tecnología. Solo les queda el bombardeo y la destrucción, los ataques aéreos y de misiles. Pero Rusia ya no es aquella potencia humillada, se está rearmando y creciendo velozmente y con calidad. Y China ya no es aquel país con dos mil millones de alpargatas. Ahora ya pueden destruir satélites de comunicaciones y espías con una eficacia asombrosa, su crecimiento es enorme y continuo, y en diez años poseerán un ejército tecnológicamente temible.

    Diez años son muchos para el gigante, son los que sus competidores de territorio, de energía, de clientela necesitan para situarse a su altura o superarlo.

    La tercera guerra mundial, de declarase, será pronto y la comenzará el gigante.

    Como siempre ningún contendiente físico vencerá. Los EEUU saldrán aparentemente vencedores, pero su hegemonía, riqueza y economía se eclipsarán, y las corporaciones entrarán en una gran recesión.

    Y también como siempre serán los hombres sencillos de todo el mundo, sobre todo los del tercero, los que perderán y dejarán su sangre y la poca libertad que poseen en ello. Y China y Rusia, los que prestarán, alimentarán y armarán a los contendientes, los que regularán su potencia, siempre con la amenaza de intervenir en caso de exacerbación, serán los vencedores.

 

 

2 comentarios

Hannah -

Puede que la tercera guerra mundial de declararse, sea pronto... Pero parafraseando a Einstein, la cuarta será con palos y chinorros.
En cuanto a Bush, ¿tú le has oído o leído algo mínimamente inteligente alguna vez? Pues eso.
Un abrazo
Hannah

Pcbcarp -

Muy bien contado, compañero. Lo que hace falta es una buena guerra, pero de las de verdad, con brigadas de tanques y muchos aviones y misiles. Pero sólo entre los moros, ojo. Nuestros ricos (rusos incluidos) ya se dedicarán a alimentarla de armamento para que dure.