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UN GATO EN EL BALCÓN

PERIODISMO Y CORRUPCIÓN

 

 

   Durante la dictadura, si deseabas estar informado debías leer más de un periódico, hacerlo muy atento y entre líneas, con cuidado y poco a poco...

   Aprendí eso de muy joven. Tanto mi tío como mi padre, me enseñaron a leer los periódicos de la época.

   En aquellos tiempos aprendimos a creer con demasiada fe, creo yo, lo que decían algunos articulistas casi en clave. Esos se las ingeniaban para explicar una determinada noticia internacional, una corriente política, un cambio de postura europea hacia el régimen español... de manera que no lo notaran los censores.

   Tiempos de desagravio interior a los ataques del conturbenio judeo-masónico.

   El periodista hacía de notario de la vida política.

 

   Hoy vemos como esta costumbre ha seguido desarrollándose al consolidarse el régimen democrático.

   ¿Por qué ocurre eso?

   Podría ser que el ciudadano, harto del descrédito de los políticos, de la mentira profesionalizada y descaradamente reconocida, se ha refugiado otra vez en los medios de comunicación bajo la creencia que, al ser públicos y en su mayoría escritos, deben decir la verdad.

   Ante la desfachatez de los políticos, solo cabe informarse lo mejor que se pueda con la lectura, o abstenerse de participar en la vida política.

   El problema es que el periodismo ha caído ya en las fauces de las grandes corrientes políticas y financieras. Apenas quedan periodistas independientes, sobre todo en el segmento de opinión.

   ¿Cómo va a ser independiente el periodista de un gran medio?

   El gran medio es grande gracias al poder económico que lo crea y sustenta. Y este siempre quiere que su inversión de los frutos y siga los dictados para los cuales fue creado.

   Creer lo contrario es de una inocencia tal, que raya el suicidio de la propia inteligencia.

 

   En periodismo, como en cualquier otro ramo, la investigación es lo más oneroso, oneroso porque precisa de muchos medios y grandes dispendios que abran las puertas de la información buscada.

   El resultado de dicha investigación casi nunca es económicamente rentable. El periódico que descubre una información explosiva no aumenta significativamente las ventas.

   Entonces... ¿Quién paga? ¿A quién le interesa? ¿Para qué se utiliza?

 

   El listo es utilizado cobrando.

   El tonto lo es sin cobrar una mierda.

   Y el lector lo es pagando, o sea... el más tonto de todos porque, encima, cree lo que lee.

 

     (Este tema es personal pero a partir de una idea extraída del excelente blog de Nessemu )

 

2 comentarios

princesa -

Poco te tengo que comentar en tus entradas, porque hablas clarito y bien.

Gracias por compartir tus opiniones

Juan Cosaco -

Yo creo en las opiniones, más que en las noticias, aunque sigo creyendo en que se puede interpretar la realidad, trabajando un poco o un mucho.
Los blogs e internet son una buena herramienta.