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UN GATO EN EL BALCÓN

IGUALDAD DE GÉNERO

 

 

    Es terrible que en los tiempos en que vivimos y en Europa, la tierra de las libertades, deba plantearse una ley a favor de la igualdad de género.

    Es insultante que a un grupo de personas, por solo su sexo, sea necesario darles facilidades y ayudas para desarrollar con plenitud sus facultades dentro de la sociedad.

    ¿Y por qué debe hacerse algo así? se pregunta la gente normal, la que no entiende tanto sinsentido...

    ¿Es que sufren una deficiencia física o mental por ser mujeres?

    Es posible que así sea. Las personas que necesitan de una ley con estas características deben padecer, de seguro, una seria deficiencia.

 

    Y ahora, por decreto, los ayuntamientos deberán tener tantos concejales como concejalas.

    ¿Es que antes no podían?

    Sí, claro que sí... pero el gobierno ha hecho suyo un problema que debería ser, sólo, de los partidos políticos.

    Que Dios pille confesado al ayuntamiento que no pueda disponer de tantas mujeres como hombres en su nómina política. Posiblemente será tachado de machista... o feminista según sea el caso.

    Deberá tener cuidado, deberá obligar a más de una, presentarse a elecciones por mucho que ella no quiera, deberá borrar de sus listas a más de uno de manera injusta.

 

    Más de la mitad de los licenciados europeos son mujeres, pero una cuarta parte de ellas deciden abandonar su profesión una vez han decidido vivir en pareja.

    ¿Por qué ocurre eso?

    Hay un gran abanico de respuestas.

    Unas deciden hacerlo por comodidad al aportar su compañero suficiente dinero. Esas mujeres deciden, autónoma o colegiadamente, dedicarse a las tareas domésticas. Es más cómodo, todos lo sabemos, sobre todo los que hemos vivido durante muchos años de manera independiente.

    Muchos  prefieren a la mujer en casa para encontrar a esta en perfecto estado de revista y después utilizar a su compañera como simple descanso del guerrero.

    Otros se escudan en su poca habilidad para no tener que compartir las tareas domésticas. También hay mujeres que, aun habiendo demostrado ser muy capaces en su profesión, no pueden soportar compartir el gobierno de la casa, utilizando para ello la peregrina excusa de la torpeza congénita del hombre en esos menesteres “tan de mujeres”.

    Los hijos son, en la mayoría de los casos, la excusa perfecta. Según algunos padres, su educación y cuidado demandan dedicación exclusiva, para después, al contrario de lo esperado, esos hijos son los que terminan dando más problemas.

 

    La solución no es decretar normas injustas y de difícil cumplimiento, la solución pasa por una mejor y más profunda educación, por enseñar a la mujer a defenderse y al hombre a compartir el trabajo doméstico sin arrugarse de miedo.

 

 

    Durante mis primeros años de vida compartida, tuve serias dificultades para hacer entender a mi compañera que ya sabía fregar los platos aunque los aclarara de distinta manera, hacer la compra y utilizar la lavadora, planchar la ropa o doblarla para su mejor conservación, pese que a las mangas les diera dos en cambio de una doblez como solía hacer ella... Siempre se adelantaba obsesivamente con la pretensión que lo haría necesariamente mal, hasta que un día, harto de ver mis camisetas desteñidas o teñidas, mis jerséis encogidos y la despensa repleta de comida inútil y perecedera, le hice saber que, mucho antes que tuviera su primera regla, ya me cuidaba solo y había sobrevivido a la terrible experiencia.

    Después vinieron los hijos y con ellos más de lo mismo. Pero de manera rápida, ya que con una enfermera uno no puede perder el tiempo, aprendí por mis amigas a bañar, vestir, curar, hacer biberones, papillas, dar de comer, cambiar pañales...  a los dos energúmenos que nos tocaron como hijos. Consiguiendo con ello que los findes que le tocaba guardia (la mitad), la fuéramos a buscar los tres esperándola en el coche a la puerta de su clínica, eso después de visitar el Zoo, las Ramblas o las ferias de libros que tanto me gustan, encontrándose cuando llegábamos: la cena preparada, la compra hecha y guardada, la casa limpia y la ropa cosida, planchada y colgada, etc.

    Casada y con dos hijos de uno y dos años y medio respectivamente, mi compañera pudo estudiar lo que tanto deseó durante su juventud: medicina.

    Curioso que una mujer diera el cambio al revés, de menos a más, rompiendo la regla no escrita que dice que una mujer, después del parto, su vida profesional es sacrificada por la doméstica.

    Era bonito y divertido verla llegar con libros, apuntes y amigos para preparar trabajos y exámenes. Y aun lo era más verla feliz participando de la educación de los hijos creyendo en su futuro.

 

    La necesidad obliga... o eso dicen. Y si deseas tener a tu pareja contenta, alegre y bien dispuesta, debes saber compartir lo mejor y peor de las obligaciones domésticas.

 

 

    Dos relatos en uno, dos maneras de ver el mismo problema, el primero generalista, el segundo doméstico...

    La misma solución:

    Menos normas y más educación.

 

 

9 comentarios

Anónimo -

noe er `j te

pau -

El problema de las normas es que se eternizan. El poder legislativo es lento y siempre va con retraso con respecto a lo que la ciudadanía demanda.
Aunque creo que esa norma será de las que durarán poco, porque afecta directamente a los políticos.
¿Para qué quieren tantas mujeres como hombres en el parlamento?
En un sistema de obediencia de voto da lo mismo. Es más importante una mujer que mande de veras, que dirija por su personalidad e inteligencia...
¿Qué pretenden con esta norma?
¿Tener pateadores de ambos sexos?
Para esto no se necesitan tantas alforjas.
Yo, de ser mujer, me sentiría insultada. Como también si me dieran un cargo en el ayuntamiento por solo serlo, por ahí no pasaría, me caería la cara de vergüenza.
Las mujeres, si de veras se sienten tratadas con desigualdad, deben luchar contra ello sin necesidad de que les den un puesto sin merecerlo.
¿Que debemos ayudarlas?
Por supuesto. Pero solo para hacer comprender al o a la machista su estupidez.
¿Manera de hacerlo?
Tratándolas como merecen en cada momento y, a poder ser, frente al machista o la que va de sexo débil, para mayor vergüenza de "esos" (despreciativo).

Respirando -

Estoy de acuerdo con Portorosa. No es buena señal que haya que tomar una norma como punto de partida, lo ideal es que no fuera en absoluto necesaria. Pero las cosas son como son, y están como están, nos guste o no.

Será buena durante un tiempo, espués la maquinaria debería funcionar por sí misma, si no, es para matarnos. Veremos.

Beso, Pau.

Portorosa -

No estoy de acuerdo.
Creo necesaria una norma como ésta (bueno, o por el estilo, porque no la conozco en detalle), que ayude a salir de una situación de desigualdad real.
Ahora bien, esta norma tiene que ser temporal, debería tener un horizonte "vital" de (calculo yo, por decir algo) unos 10 o 15 años. Luego, el trabajo de educación que supone estaría hecho.

(Pero a lo mejor lo explico mejor en mi casa.)

Un abrazo.

Luna -

Si lo leyera mi pareji, se troncharía de la risa.
No había coicnado, ni lavado nunca cuando decidimos vivir juntos. Cocido sin garbanzos, paellas sin arroz, ropa de colorines variados, un desastre para lo que llaman, las labores propia de mi sexo.
Así qué, aunque no cambió de sexo decidió que lo meor era hacerlo él.
No me gusta la ley de igualdad, debería estar superada a estas alturas, aunque comprendo que la mujer debe seguir luchando.
Mi vida, es parecida a la vuestra en muchas cosas...ahora recuerdo a una amiga que dijo a mi pareji
¿No te da corte hacer cosas de chicas y limpiarle el culito a las niñas mientras ella estudia y se va de cañas con amigos?
Y él dijo ¿Cómo es posible que esa pregunta tan tonta la haga una mujer?

Saludos, es un post estupendo

pau -

Bueno... No tanto.
Precisamente las veía a lo lejos. Curiosamente no me estaba permitido verlas tan de cerca.
Y hablando del tema... las únicas normas buenas siempre son las que de vez en cuando pueden ser saltadas.
Las normas nunca deben ser fascistas.

Juan Cosaco -

Da por seguro que me hubiera gustado compartir primera línea contigo, en las manifas de los 70.
Salud!

Lumons -

No podría haberlo expresado mejor que tú. Me siento igual.

Juan Cosaco -

Normas a corto plazo.
Educación a largo.
Lo doméstico no quita lo público.
Salud de parte de un feminista!