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UN GATO EN EL BALCÓN

MÁS FICCIÓN

 

Pregunto a mil personas.

Por lo visto, el único desgraciado e inocente de toda esa historia es mi menda.

Parece que todo el mundo sabía de antemano que ERC pactaría con el bipartit. Hables con quien hables, todos ya sabían. Todos sabían que Saura era el gran catalizador y que, a menos que CIU y PP unidos fueran mayoría, la cosa no tenía vuelta de hoja.

Para más  recochineo, ayer charlé con un matrimonio ya mayorcito que me confesaron eran antiguos votantes de ERC pero este año votaron a CIU. También confesaron su participación en la manifestación de rechazo en la plaza de Sant Jaume.

- ¿Y por qué fuisteis si no los votasteis? – Les pregunté.

- Porque como catalanes nos sentimos engañados.

Otro que también votó a CIU está cabreado porque, para él, lo natural era que los apoyaran.

Me pregunto de que se extrañan. Para ellos lo importante es ser nacionalista, da lo mismo que uno sea de derechas y el otro de izquierdas, da lo mismo que uno apoye las mutuas médicas extrayendo dinero de la sanidad pública y el otro no. Da lo mismo que uno defienda la educación pública y ponga condiciones a la privada para recibir subsidios y el otro todo lo contrario. Da lo mismo que uno sobreponga el medio ambiente sobre la industria contaminante y el otro lo contrario...

Para ellos, lo importante es la calidad del nacionalismo, y un partido que se autodenomina nacionalista catalanista nunca debería apoyar a un señor de Iznájar.

 

En Catalunya hay mucho cachondeo con eso del muy Honorable de Iznájar.

Corre la historia que si el PP y el gobierno central tuvo un presidente que en la intimidad hablaba el catalán, bien podemos tener uno nosotros que lo haga en castellano.

Los catalanes no debemos ser nunca menos y no podemos aceptar que el resto sea más integrador que nosotros.

En el Palau de la Generalitat, a partir de ahora se hablará castellano, en la intimidad por supuesto, por lo menos de manera oficialmente declarada, ya que la mujer de Maragall también lo hablaba con su marido y eso que ella no era precisamente allende de esos territorios.

 

Tiene narices la cosa. Unos tipejos que no votaron a ERC, se quejan escandalizados que siga una política de pactos en la que no deberían entrar. Eso se les debería preguntar a los que sí los han votado y, esos, día a día parece que lo van comprendiendo.

 

Hoy me dicen que Montilla no era tan inocente, que no estaba tan atado al aparato del partido, que no era tan hombre de Zapatero.

Parece ser que Montilla estaba en el ajo de los pactos pero se hacía el longuis cara a Madrid.

Después de todo, Montilla fue de ministro a Madrid por presiones de Maragall y no precisamente para sacárselo de encima.

El PSC está revuelto. Ya nadie sabe bien quien es quien y si puede o no confiar en el vecino, aquel que anteayer prometía fidelidad absoluta. Mis amigos, los de este partido, cada día me dan una explicación diferente.

Lo que está claro es que Maragall se ha vengado con creces de Zapatero y su traición de Septiembre del 2005. Maragall no le ha perdonado sus pactos con CIU para recortar el Estatut y aprobarlo

¿O no? ¿O es que todo ha sido una gran maniobra política zapateril para desactivar definitivamente el residuo felipista y baronil del PSOE?

En política catalana ya nadie entiende nada. Lo único seguro es que el Tripartit ya tiene decidido seguir su política social, medioambiental y económica sin variar un ápice la anterior. También está claro que, a menos que CIU haga una oposición muy civilizada, seguirá tirando poco a poco de la manta corrupta.

 Y eso es una espada de Democles que no se puede perder de vista fácilmente.

 

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